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Más madera…

Cuando paseas por el centro de Madrid, tomas el metro o entras en alguna tienda, tienes una doble impresión: te sientes vigilado y presunto delincuente. Vivir en un país con mucha, mucha policía, como cantaba el Sabina.

Según datos facilitados por el Ministerio del Interior, en España hay  en la actualidad 148.850 funcionarios policiales del Estado, a los que hay que sumar los policías autonómicos, los locales y los vigilantes privados. Estos últimos llegan a los 83000 legales. Todo un ejército contra la desigualdad en el capitalismo voraz del 21.

Una tropa  para combatir el crimen en un país, que sin embargo, el propio ministro Rubalcaba dice que es de los más seguros de Europa; donde menos denuncias por hechos criminales se registran. Las autoridades se jactan de haber incrementado la vigilancia y aumentar las plantillas en los últimos siete años en 30 mil nuevos agentes de las fuerzas del Estado. En el resto de los ámbitos también el crecimiento es notable.

La seguridad es una de las armas electorales que más rédito proporcionan. No es de extrañar que Rubalcaba sea uno de los políticos mejor valorados en las encuestas. La cosa es que con cuatro millones y pico de desempleados, las cárceles almacenan  ya a 76.215 presos.

El Código Penal también da votos. Asistimos estos días a la discusión de la enésima reforma que va a sufrir el texto. Otra vuelta de tuerca forzada por la alarma social de los casos más mediáticos que las teles exprimen para entretener y subir las  audiencias y acojonada a la gente: el de la niña Mari Luz, Marta del Castillo, Sandra Palop y otros recurrentes para mantener el circo y los ingresos publicitarios.

Al rebujo de los mass media, los políticos compiten a ver quien endurece más la tabla de sanciones y delitos. El Psoe recuerda que la cadena perpetua ya existe en España, con los 40 años sin revisión para los hechos más graves, el PP aboga por recoger la pena vitalicia y satisfacer a los padres espectáculo como  los definió María Antonia Iglesias y contentar al pueblo que pide sangre para ahogar su propia frustración y miseria. El de la niña Mari Luz desafía la cordura y es comprado  por el PP como asesor jurídico para las elecciones  y lo incluye en el equipo de campaña.

Vende la pena eterna y pronto el garrote vil.También se contempla  castigar la mentira, al punto por el caso de Marta del Castillo, convertido en tema recurrente junto con el de las inundaciones: drama y tiempo para olvidar la crisis.

policías en la calle preciados de madrid

La  ultraderecha popular desea extender la libertad vigilada para quienes hayan cumplido condenas por crímenes  muy graves,  que tres faltas sumen un delito, aunque sean de distinta naturaleza.

Los de CIU aprietan algo más y piden talego para los pequeños delincuentes reincidentes.150 artículos a debate donde se incluye también reclusión para los políticos corruptos, que hasta ahora pagan una multa por llevárselo calentito. Eso sí, los socialistas, quieren evitar que los manteros sean condenados por mitigar el hambre con los Calvin Klein falsos, siempre que la venta no supere los 400 euros, que ya con eso tienen de sobra para sobrevivir en esta España que sus policías  persiguen por ser negros parias.

En la puerta de una boca de metro, varios vigilantes jurados identifican a alguien, auxiliados por un perro de presa con bozal. En Valencia los seguridad, como dicen los menores enjaulados, quieren que los de la privada patrullen por las calles y en los colegios, donde ya hay algunos apostados ante el peligro que se vive en las escuelas, aceptada la inutilidad de lo que allí se enseña en el encerado de la repetición y los exámenes  absurdos de usar y tirar.

Un discurso que repiten los programas e informativos-basura y publican los medios más reaccionarios. El discurso del miedo que vuelve a funcionar en esta época oscura donde la sociedad anda anestesiada con el plasma intravenoso de la HD y la insensibilidad social permite la dureza penal y el abandono de la reinserción y de aquello que se llamaba políticas sociales. Cuando Anguita llegó al Califato Rojo cordobés, el área de Servicios Sociales diseñó un sin fin de programas de prevención de las conductas asociales y de las toxicomanías…Eran otros tiempos. Ahora, disuelto el Estado de lo público, las ongs con ánimo de lucro constituyen empresas que explotan los reformatorios y pronto los talegos de adultos.

Pero otro mundo es posible, ¿no crees?. El profesor Julián Ríos lleva años creyéndoselo y practicando esa aspiración. Su compromiso está fuera de toda duda y sospecha. Acaba de organizar una plataforma a la que te invito para que te sumes y salgas del marasmo de los tiempos que corren. Otro derecho penal es posible, se llama la cosa.

En ella debieran de estar muchos que  aún creen en la posibilidad de recuperación de las personas y  aquellos que además sostenemos que las desigualdades no se combaten con rejas ni polis ni golpes.

Así es que ya ves cual es la fórmula del Estado neoliberal: encarcelar durante mucho tiempo a los pobres para que no delincan y quitar  de la calle, a los del  fracaso escolar,  los del parón del ladrillo, los de la precariedad del supermercado, los explotados de la bandeja y el cubata de los pijos, los sin oficio y beneficio, los hastiados de los pueblos y hacerlos policías.

Sacan tropecientos mil de las bolsas del paro, chavalillos de escasas luces, pocas aspiraciones, sólo tener un empleo fijo y ser alguien en las calles armado con un trasto con el que sentirse importante y defender el modelo. Te recomiendo que mires Celda 211. Pero que vayas más allá del cine de acción, que borda, para trascender a la dureza de los penales y el dolor que los impregna, como el olor  del trullo que el cine no desprende de tanta desgracia como encierran los muros, los que enloquecen a los sobrantes de cupo…

Alberto Almasa

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